Se va el otoño, que en Lima es la misma huevada que el verano, sólo que alternado alguna vez por una que otra nube. Pero la semana que pasó garuó e hizo mucho frío en las noches, así que ya falta poco.
Sucede que me paso todo el año esperando el invierno y cuando no puedo viajar a la sierra durante el verano -que es mi peor época- tengo que soportarlo. Pero el calor, el tráfico, la playa obligatoria, la desnudez diaria de la gente, los olores del verano y demás asquerosidades terminan siempre por destruirme. En enero pienso: sólo faltan 5 meses, en noviembre: sólo faltan 7...
Por eso, feliz y esperanzada he sacado toda la ropa de invierno, y ayer, hundida en mi cama, revisaba un libro de Arturo Corcuera con unas ilustraciones terroríficas de duendes, y me encontré con esta maravilla de poema. ¡Sí, que se larguen los árboles musicales!.
El invierno ya nos amenaza. Excelente.