Difícil explicarle a cada persona que a uno no le van esas cosas de la navidad, que uno no la celebra, más bien la padece. Difícil ser agnóstico en Lima. Así que hoy, simplemente, sucumbí.
Sólo escribo para mí. Si alguien más lo lee, pues me da igual. Eso sí, no permito comentarios reconfortantes; todo lo alentador me es aún más deprimente.