domingo, diciembre 20, 2009

Reventando



El número de explosiones por hora se va incrementando notoriamente y me tiene intranquila desde ayer. Desde el primer día de diciembre ya empiezan los malditos niños a reventar cohetes en las calles, y yo resulto ser la única persona que no lo encuentra lindo o conmovedoramente navideño sino sólo como la futura causa de mi muerte por infarto fulminante. Detesto diciembre.

Y encima, no quiero ir a trabajar mañana (ni nunca más), pero sé que no puedo faltar, ya no es como antes, ahora si falto los pendientes sólo se multiplican. Estoy atrapada en un círculo vicioso de trabajar-comer-dormir que será difícil romper. Con mis mejores intenciones puestas en ello, aunque sin lograr emplazar también a la perdida esperanza, así, vuelvo a este postergado blog, con preocupaciones terrenales, inmobiliarias -aburguesadas-, pero también con muchas ganas de retomar un poco lo que yo era antes de la adultez y el consiguiente enseriamiento. Quizás el cambio a veces signifique volver a lo olvidado. Por eso, a pesar de que sólo escribo en inviernos y otoños, trataré de no abandonar mi blog en este verano que auguro terrible, porque a pesar de todo lo feo que aquí pongo, me gusta leerme y saber que hice algo más que sólo lo debido y lo útil.