miércoles, marzo 11, 2009

Adiós verano






El verano aún no termina, y contra todo pronóstico, fue más caluroso que nunca y en vez de pasarlo como todos perdí un mes en un curso inservible y el resto tomando color en la azotea. Pasaron varias cosas. Terminé la universidad -o ella terminó conmigo-, conocí gente y la olvidé, fui a la playa –agg-, sigo en el mismo trabajo pero más horas, me enamoré, me desenamoré, y sigo siendo la misma. Sin embargo, siento que hay un poco más de amargura en mí, y que esta vez se convierte en un impedimento, una minusvalía.

Pero la mente la tengo en otro lado, quizás luego haga mi balance oficial del verano. Ahora sólo pienso en lo inútil que soy para las cosas prácticas, callejeras. A mí, educarme, me ha generado más problemas que beneficios. Me ha refinado y hasta debilitado en vez de darme herramientas para sobrevivir. Me siento una extraña la mayor parte del tiempo y lamento reconocer que si pensara menos y tuviera menos reparos, mi realidad cotidiana sería más llevadera. O quizás la educación que llevé no era la adecuada.

Si pudiera volver atrás, no leería más que el periódico, aprendería a pelear como los salvajes con los que tropiezo a diario, nada me afectaría más que el hambre, el dolor y el sueño, pero creo que me las arreglaría mejor que ahora -claro que si pudiera volver más atrás, no nacería jamás, porque en verdad esto no vale la pena-.

Parece que mis gustos, mis ideas y principios no tienen nada que ver con sobrevivir en este lugar. A veces me convierto en la última persona idealista y creadora que intenta mejorar las cosas. Pero no debo ser así. Últimamente cuestiono hasta eso, esa genial idea que me mantuvo viva por tanto tiempo: "sé el cambio que quieres ver en el mundo". YO LO INTENTÉ, y no funciona. Me siento como los cazadores de mitos, y es terrible ver cómo cada uno de mis héroes no tenía mayor razón que cualquier vulgar escritor positivo, cómo las máximas que alguna vez respeté a pesar de mi natural pesimismo no significan nada. Recuerdo que en alguno de los trópicos de Miller, él decía que todo intento por mejorar las cosas era absurdo porque nada cambiaría sin un cambio de corazón en los hombres, y quizás eso sí sea cierto.

Los felices pensaran que me falta vivir, amar quizás, pero en este verano asqueroso tuve algo así. Amé por primera vez, perdí la cabeza, me nublé tanto que cometí errores imperdonables, cedí mi independencia, dispuse de mi orgullo demasiadas veces y, traté de querer así como todos los enamorados imbéciles que se ven embobados en los parques. Y sentí que fui feliz como una niña en algunos momentos. Ahora, con un mal día encima, ya no dudando de mis principios sino confirmando su fracaso, sé que ni siquiera el amor me hace olvidar lo malo que es en realidad todo, o al menos mi realidad. Lo que pasa es que la gente se obnubila y algo satisfactorio en su vida le sirve para olvidar lo mal que les va en otros aspectos, pero eso es sólo un mecanismo de defensa, el creer que no todo está tan mal.

Con "el amor" llegué al extremo pero no me avergüenza, a veces hago eso, pruebo mis límites, y quizás llegué a uno. No puedo pretender que mi vida giré alrededor de alguien diferente de mí, y todo lo mío es triste, por lo tanto, con amor o sin amor, la vida sigue siendo mierda.

1 comentario:

julio dijo...

estamos en la misma